...cabe en el fondo de mi armario,cuando me visto de venas y vuelos y la vida se hace hambre


domingo, 20 de febrero de 2011

De dilemas morales

Frente a la acera de mi casa, en la casa de las flores, una anciana blanca y bien vestida pide limosna con voz suave y triste.
A pocos metros, en la calle Princesa, una mujer rumana vestida con harapos hace lo mismo, esta vez agitando un vaso.
Estoy moralmente en contra de la limosna y no concibo el sentirme culpable por no darla (ni siquiera soy cristiano). Y sin embargo...
Sin embargo hasta en la indigencia hay clases sociales.
Al ver a la adorable anciana pienso en lo mal que tiene que pasarlo para recurrir a la mendicidad, pienso en lo afortunado que soy y en lo injusto que es el mundo.
En cambio, al ver a la ciudadana del este pienso en las tretas que usará para saquear a los pobres viandantes, en lo mal que huele y en las mafias que tendrá detrás.
Las dos piden lo mismo, y las dos se humillan por igual.
Pero mi desprecio está claramente dirigido.
Y sólo vislumbro dos razones:
 La primera es la casta social de la que provienen, la rumana siempre ha sido pobre, y es lo que le toca, no pasa nada porque lo siga siendo; a la adorable anciana le imagino como una victima de una crisis salvaje, y se encuentra fuera de lugar.
Y la segunda es mucho más sencilla: racismo puro y duro.


Y ambas son igualmente despreciables. Y mi desprecio ahora está correctamente dirigido, autodirigido.






“Si doy comida un pobre, ellos me llaman santo; si pregunto por qué los pobres no tiene comida me llaman comunista” (Helder Cámara).


Laconcienciadebaco 

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